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Lucio Lisboa |
Olga Lidia Perez Rodriguez, via
Radio
Ciudad Habana
Ocurrió a finales de la pasada década del noventa. En noviembre de 1998
tal vez. Una amplia delegación brasileña llegaba a la Casa
de la Poesía de la Oficina
del Historiador de la Ciudad. Procedían todos de Sao Paulo y
visitaban Cuba
no solo para conocer nuestro país, sino también como muestra de solidaridad.
El promotor y organizador de aquel viaje era un hombre que desde cada partícula
de su cuerpo hacía brotar un amor intenso e inmenso hacia la Revolución
Cubana, hacia el pueblo nuestro, que disfrutaba como ningún otro cada intercambio,
que preguntaba pero también explicaba, argumentaba y motivaba a sus coterráneos,
que se bebía con deleite hasta la última gota de la tertulia que les ofrecimos,
y saboreaba con placer indudable las interpretaciones de Ángel
Díaz y Augusto Blanca, dos grandes trovadores cubanos. A partir de
ese encuentro, devino colaborador sistemático de varios de los proyectos culturales
que desarrollábamos en la entonces muy joven institución habanera, y fuimos conociendo
toda la hondura y alcance de su labor – constante y tenaz – para mostrar en su Brasil, el rostro
verdadero, la humanidad toda de la Revolución
Cubana.
Lucio Lisboa, ingeniero químico de profesión, nacido en Angatuba, una ciudad
situada al oeste del estado de Sao Paulo, es además un profundo conocedor y defensor
de las raíces culturales de su pueblo y de sus expresiones más auténticas, un fotógrafo
que sabe encontrar y transmitir la pasión, la intensidad de los hombres y mujeres
que con su lente capta, un promotor cultural vehemente con una especial sensibilidad
hacia la música, un hombre de ideas, de sueños, un luchador incansable a favor de
Cuba y su Revolución.
Y de esa interminable historia de amor, de su surgimiento y vuelo, nos hace
Lucio partícipes:
“He visitado Cuba en trece ocasiones.
La primera fue en 1985 y la última en 2011. Mi primer viaje fue para participar
en un Congreso internacional sobre Planificación Física, un evento sobre medio ambiente
celebrado en el Palacio de las Convenciones. Vine al frente de la delegación
brasileña integrada por 25 personas, todas vinculadas a la cuestión ambiental.
“En aquella época Brasil no mantenía
relaciones diplomáticas con Cuba –se reanudaron un año más tarde, en 1986-, y el país vivía
los últimos estertores de una férrea dictadura militar. Pero incluso bajo ese clima
hostil hacia la Revolución Cubana, conseguimos que nuestra delegación tuviera
carácter oficial, hecho inédito hasta ese momento.
“Invertimos tres días para llegar a La Habana, realizando
un periplo por varios países de América
Latina. Ese viaje marcó a todos los miembros de la delegación brasileña por
el alto nivel y la organización del evento, así como por la recepción cariñosa y
hospitalaria de los compañeros cubanos.
“Y yo, ávido por conocer Cuba, cuya Revolución
alentó mis sueños de justicia en la adolescencia, quedé apasionado por Cuba. Fue amor a
primera vista.
“Al regresar a Brasil, entré inmediatamente
en la Asociación Cultural José
Martí de Sao
Paulo, que por entonces desarrollaba un trabajo político en pro de la reanudación
de las relaciones diplomáticas entre Brasil y Cuba. La Asociación
estaba compuesta por personas ligadas a los partidos de izquierda, sindicatos de
trabajadores, movimientos populares, etc. Me comprometí con esa lucha con todo fervor
y dedicación. Y en 1986, la gran victoria: Brasil tras 24
años, volvió a tener relaciones diplomáticas plenas con Cuba“.
– En numerosas ocasiones y año tras año, llegan a La Habana brasileños
que traen consigo una suerte de guía sociocultural de la ciudad que les elaboras
y recomiendas, – ¡incluso de acuerdo a la edad y a las profesiones!-, y que abarca
desde recorridos por La Habana patrimonial, teatros y museos, hasta visitas a escuelas,
círculos de abuelos, hospitales, CDR… Tan abarcadora es que resulta bien difícil lograr completarla
toda. Ese querer mostrar la verdad de Cuba, que puedan
palparla, conocerla, sin eludir las dificultades, hacerles descubrir la luz de nuestro
proceso, muy por encima de las manchas, esas a las que los medios de comunicación
en Brasil aluden
una y otra vez. ¿Cómo desarrollas esa labor a la que te has volcado entre tus compatriotas
a favor de la solidaridad con Cuba?
– Como ya expliqué, entré en la Asociación Cultural
José Martí en 1985 y permanecí
en ella hasta medidos de los años 90, cuando comenzó a llamarse Asociación ‘Nuestra
América’. Fue, en realidad, un cambio de mando: la vieja guardia de militantes,
para bien, decidió apartarse un poco del trabajo más directo y regular de solidaridad
con Cuba, porque
supo que había cumplido con una etapa de lucha, en tiempos de la dictadura, y entregó
la batuta a militantes más jóvenes con nuevas propuestas de trabajo, ahora en el
marco de un nuevo contexto político en Brasil.
En 1998, junto a varios amigos, vecinos de Villa
Magdalena y sus alrededores, en Sao Paulo, formamos
un grupo de solidaridad con Cuba, en torno al restaurante Soteropolitano, cuyo dueño, Julio
Valverde, también gran amigo de Cuba, no solo apoyó la idea, sino que abrió las puertas de su
establecimiento para las reuniones y actividades del Grupo. La propuesta era y es,
trabajar por la aproximación cultural entre Brasil y Cuba: una forma estratégica
de ganar más dividendos políticos respecto de la cuestión cubana.
Este nuevo enfoque tiende a potencializar las
relaciones culturales entre los pueblos cubano y brasileño, con el viaje de artistas
(músicos, poetas, escritores e intelectuales) brasileños a Cuba, y trayendo
a Brasil a exponentes
de la cultura cubana.
En estos más de diez años de actividad, el grupo
Soteropoliotano de solidaridad con Cuba, como se le conoce, ya ha promovido lecturas, lanzamientos
de libros, encuentros musicales, exposiciones de artes plásticas de brasileños en
Cuba y de cubanos
aquí en São Paulo.
– El grupo Soteropoliotano se inserta, lógicamente, en el conjunto de actividades
que desarrollan las asociaciones solidarias con Cuba en Brasil, en Sao Paulo en
especial. ¿Cómo valoras el trabajo que se está desarrollando en tu país en torno
a la solidaridad con Cuba?
– Con excepción de uno o dos estados brasileños,
todos los demás poseen asociaciones de solidaridad con Cuba, que desde hace
un buen tiempo vienen realizando un fuerte trabajo de divulgación de la realidad
cubana, contrarrestando la férrea propaganda anticubana de los medios, tanto hablados
como escritos, ligados a las transnacionales de la información.
Recientemente se creó un sitio web (www.blogsintesecubana.blogspot.com)
que actualiza semanalmente las informaciones sobre Cuba, y ofrece espacio
a los demás sitios informativos de todas las asociaciones brasileñas. Una buena
noticia: la blogosfera de izquierda, con buena repercusión en la opinión pública,
ya comienza a solidarizarse con la causa cubana. Esa moderna herramienta de comunicación
agiliza las acciones de la militancia: encuentros, folletos, marchas, asambleas,
reuniones para conmemorar fechas históricas cubanas etc.
En Sao Paulo hace
seis años se creó el MPSC (Movimiento Paulista de Solidaridad con Cuba), que agrupa
a más de 50 organizaciones (partidos políticos, sindicatos obreros, movimientos
populares, diputados, entidades religiosas, etc.), que con el apoyo del consulado
de Cuba en esta ciudad, viene realizando un trabajo de envergadura. Prueba de ello
fue la excelente convención anual celebrada en Sao Paulo, en
junio de 2011, de todas las asociaciones y movimientos solidarios con Cuba en Brasil. El evento,
que se desarrolló en el Memorial
de América Latina, contó con más de 600 participantes, y se debatieron temas
candentes de la realidad cubana, y nuevas formas de luchas políticas a favor de
la Revolución Cubana.
– En junio de 2010, se inauguró en el ya citado Restaurante Soteropolitano,
la exposición fotográfica “Rostros y máscaras – Cultura popular en Sao Paulo” (Rostos
e Mascaras – Cultura Popular em São Paulo), con 32 imágenes impresas en tres diferentes
soportes –en papel fotográfico, en papel de algodón y en lona-, y que posteriormente
se ha presentado en otras ciudades brasileñas. Otras dos exposiciones de fotografía
le habían antecedido, “Una mirada sobre La Habana” (Um Olhar sobre Havana) en 2004,
y “Ojos negros” (Olhos Negros) en 2006. ¿Cómo llegas a la fotografía y cuáles son
los temas te atrapan?
– Debo aclarar que soy un fotógrafo temporal,
pues solo después de mi jubilación (soy ingeniero químico ambientalista) hice un
curso de fotografía para mejorar técnicamente y perfeccionar mi ‘mirada fotográfica’.
Como dice el gran fotógrafo brasileño Sebastião Salgado, “el
secreto de la fotografía está en la mirada, el resto es técnica”, o como decía el
maestro Cartier Bresson, “para lograr una buena foto es imprescindible
que estén en total sintonía, ojo, mente y corazón”, porque de ahí sale la foto.
Comencé fotografiando paisajes urbanos, rurales
y marinos, y poco a poco me fui encaminando hacia el retrato, que además de la técnica
(encuadre, fotometraje, foco, etc.) requiere desarrollar ardides de convencimiento:
es decir, la persona que será retratada necesita estar convencida de dejarse retratar.
El fotógrafo necesita convencer a la persona que será fotografiada, y a veces ese
procedimiento no resulta fácil, entonces, hay que utilizar métodos de persuasión
para conseguir una buena foto. El retratista, además de fotógrafo, necesitar ser
un poco psicólogo.
El trabajo fotográfico “Rostros y máscaras” lo realicé entre el 2003 y el
2008, es decir durante cinco años, acompañando en sus investigaciones sobre cultura
popular tradicional, en el Estado de Sao Paulo, a la antropóloga María Celeste Mira,
profesora titular las la PUC: Pontificia Universidad Católica de São Paulo.
Durante esos cinco años la acompañé a fiestas populares en más de 20 ciudades,
donde pude constatar la presencia de las siguientes manifestaciones de la cultura
popular tradicional de Sao Paulo: fandango, catira (1), congada (2), mozambique
(3), fiesta de reyes (folia de reis) (4), fiesta del divino (folia do divino) (5),
rueda de guitarreros (roda de violeiros) (6), samba de roda (7), samba de umbigada
(8) etc.
Estas tradiciones marcadamente influenciadas por las culturas africanas
e ibéricas, de carácter profano-religioso, han resurgido últimamente con mucha fuerza
y están siendo incorporadas por las jóvenes generaciones de artistas y artesanos
que siguen el legado de sus ancestros.
Debo también añadir que esas manifestaciones tradicionales no siguen los
dictámenes de la industria cultural de masas, alienante y vulgarizadora, y se muestran
como una verdadera cultura de resistencia frente a la globalización desnacionalizadora.
– Hay, además, otra pasión que abrasa a Lucio: el rescate y la salvaguarda
de las tradiciones populares. Durante mucho tiempo te entregaste con toda tu fuerza
y perseverancia a la recuperación de las raíces del carnaval de Angatuba, tu ciudad
natal…
– A finales de 1987, un amigo mío y yo tuvimos
una idea un tanto visionaria: intentar realizar un carnaval bien popular, tomando
en cuenta las viejas tradiciones de nuestros carnavales, con el rescate de sus géneros
musicales: la tradicional marcha o “marchinha’ (9) de carnaval y sus subgéneros,
la “marcha-rancho”, algo más lenta, y el frenético frevo.
También quisimos rescatar los disfraces. En los
antiguos carnavales, las personas se disfrazaban espontáneamente a su manera. Por
ejemplo, en Brasil
existe una gran tradición de hombres disfrazados de mujer…, y todo eso se estaba
perdiendo, estaba prácticamente desapareciendo. Fue un proceso que comenzó cuando
la dictadura militar prohibió las manifestaciones populares y acabó con el carnaval
auténticamente popular, y la clase media y la alta burguesía impusieron un modelo
basado en las escuelas de samba de Rio de
Janeiro, pero a partir de un gran esquema mercantil diseñado por la nefasta
industria cultural. Los sambistas tradicionales (negros y mulatos) pasaron a tener
un papel secundario, solamente como percusionistas encargados del ritmo de samba
que solo ellos saben hacer. A los pobres solo les queda ser simples espectadores
de la televisión porque no pueden pagar las carísimas entradas, adquiridas por ricos
turistas brasileños y extranjeros.
En Angatuba, hasta
los años 70, el carnaval de la ciudad se celebraba en un club, un espacio de la
Iglesia católica, que cedía ese salón para “el baile de carnaval”, como se le llamaba
entonces. Y aunque la entrada no era tan cara, tampoco era accesible a las clases
populares. Debo aclarar que hasta los años 60, el carnaval se celebró siempre en
las calles con participación popular.
Pero esos bailes en el salón se saturaron, se
debilitaron, y el carnaval regresó de nuevo a las calles, entonces con otro enfoque:
imitar al carnaval de Rio de
Janeiro, incentivado por los medios de comunicación. Y comenzó a desarrollarse
en Angatuba
ese tipo de carnaval con desfile de escuelas de samba (como en casi todo Brasil, salvo en
el Nordeste), sin ninguna tradición, sin ningún arraigo, porque las escuelas de
samba son originales de Rio,
creadas por los negros de las favelas, por grandes sambistas, hoy completamente
desvirtuadas y transformadas en un gran espectáculo de y para la elite.
Yo provengo de una familia de músicos, muy carnavalesca,
fui criado en el ambiente de la vieja tradición de disfrutar el carnaval, disfrazarse,
cantar marchas y bailar al compás de ese ritmo. Cuando en los años 80 comenzó ese
otro tipo de carnaval que era una copia caricaturesca del carioca, no lo pude soportar
y me fui durante nueve años seguidos a los carnavales de Recife y Olinda, tremendamente
populares (como en Santiago de Cuba), y viví la fuerza del frevo y de la fiesta
con la participación del pueblo.
Volví a participar en el carnaval de Angatuba estimulado
por mi hermano, entonces alcalde de la ciudad, con la propuesta de intentar hacer
un carnaval de y para el pueblo, que priorizara la participación de las clases populares,
sin acabar con el desfile de la escuelas de samba. La idea entonces fue crear un
bloque que atrajese la participación del pueblo, y junto a un grupo de personas
creamos el bloque “Vai QUEM Qué” (Vaya quién quiera), que comenzaba en la periferia,
donde están los barrios pobres, y terminaba en el centro de la ciudad, al son solamente
de las antiguas marchas y frevos. Además, de Olinda traje la
idea de los muñecones y de la cobra: y llegamos a tener 10 muñecones y una cobra
de 22 metros.
El primer carnaval lo celebramos en 1988. Al principio
fue muy difícil, con problemas estructurales del sistema de sonido del vehículo
y un fortísimo rechazo de la clase media. Nuestro bloque comenzó como una pequeña
tropa de pobres, pero fuimos superando obstáculos, fuimos creciendo en participación
hasta lograr la adhesión de la clase media, que comprendió que el pobre no es un
bicho raro. Llegamos a alcanzar la participación de seis mil personas (la ciudad
tiene 20 000 habitantes), convirtiéndose en la principal atracción del carnaval
de Angatuba.
“Vai Quem Qué” revivió con fuerza el antiguo y tradicional carnaval popular.
Esta es una pequeña historia de la que me siento
orgulloso porque contribuí para que pudiera hacerse realidad.
– Muchos afirman que los cubanos y brasileños parecemos uno, que nos diferenciamos
sobre todo por las lenguas que hablamos (de una misma familia, por demás). ¿Cuáles
son, en tu opinión, los rasgos o las características que nos son comunes? ¿Qué nos
hace tan similares?
– Sin recurrir a análisis sociológicos o antropológicos,
y sí, a mis vivencias en tierras cubanas, debo decir que el cubano y el brasileño
son los dos pueblos que más se parecen, que más se identifican, cuando nos referimos
a América
Latina. Esto lo afirmo sin la menor duda, pues conozco una buena parte del continente
latinoamericano. Se parecen en el biotipo, en el temperamento, en la idiosincrasia,
en la manera de concebir la vida, en la sociabilidad etc.
Las razones van desde nuestra formación étnica,
pues parafraseando al maestro Fernando Ortiz,
nuestro ajiaco etno-racial, básicamente es el mismo: el negro africano y el ibérico,
más algunas pizcas de asiático, árabe, latino, eslavo, anglosajón, etc. Los africanos
que llegaron a Brasil
y a Cuba a trabajar
en la fabricación del azúcar procedían primordialmente de dos etnias (yoruba, congo),
que influenciaron fuertemente la formación cultural (música, comida, lengua, temperamento)
de ambos pueblos. Lo mismo se puede decir de la influencia de los pueblos ibéricos,
portugueses y españoles, en nuestra formación etno-cultural. Tampoco debemos obviar
la influencia ambiental: Cuba y gran parte de Brasil son zonas
tropicales. El mismo sol y bellas playas, que la naturaleza nos dio en abundancia.
El resultado de esa bella mezcla hace que cubanos
y brasileños se identifiquen en la música contagiosa, en el temperamento alegre,
malicioso y natural, en la comida sabrosa, en el gusto por el deporte, en la religión
de origen africano (candomblé y santería),
y hasta en la saludable costumbre de hablar mal de la vida ajena…
Yo en Cuba me siento casi
cubano…, solo que la lengua hablada en el barrio de Cayo Hueso a veces me deja con cara de gringo.
– Y de la cultura cubana en general y de su música en particular, ¿qué atrapa
más a Lucio?
– La Revolución Cubana todavía no ha podido realizar
el sueño del Che: crear un hombre nuevo. Sin embargo, en los últimos 54 años,
con todos los problemas que Cuba ha enfrentado, incluyendo los difíciles y turbulentos años
del Periodo Especial, el país ha conseguido impresionantes conquistas
en el arte, la literatura, las ciencias, el deporte y la seguridad social, gracias
a fuertes inversiones en las áreas de cultura, educación y salud pública. Sin dudas,
el pueblo cubano es el más culto, instruido y educado de América
Latina, siendo este capital humano, o cultural, como diría el gran sociólogo
francés Bourdieu (10), la mayor riqueza de la Revolución
Cubana. Las Artes Plásticas, la Danza clásica, contemporánea y tradicional,
la música popular y culta, el cine y la literatura (principalmente la poesía) son
manifestaciones artísticas en las que Cuba se destaca en el escenario mundial, fruto
de las excelentes Escuelas de Arte esparcidas por toda la isla. Por eso no es de
extrañar que cerca de un millón de cubanos tenga acceso directamente al acontecimiento
artístico.
Yo, como un fanático melómano, adoro la música
popular cubana. Provengo, como ya dije, de una familia musical: mi abuelo paterno
fue Director de la banda municipal en mi ciudad natal, en el interior del estado
de Sao Paulo, y todos sus hijos, incluido mi padre, fueron músicos, de ahí mi interés,
diría que genético por la música. Cuando era niño y adolescente escuchaba muchos
boleros, chachachá, rumba y mambo (nunca me olvido de la fabulosa orquesta de Pérez Prado, de ahí mi interés por la música cubana.
Cuando viajé a Cuba por primera
vez en 1985, y tuve contacto directo con la música popular cubana, quedé en estado
de éxtasis, y desde entonces mi pasión continuó aumentando con el paso de los años.
Dentro del espectro musical cubano, lo que más me encanta es el jazz latino, el
filin, el son
tradicional, etc. ¡Esos géneros musicales me encantan! Tuve la suerte de ser amigo
de dos grandes filin:
Angelito
Díaz y Ñico Rojas, que me introdujeron en el mundo encantado del filin. Nunca me
olvido, en los años ochenta, de las noches de filin en el Pico
Blanco (11), escuchando a Angelito
(Ángel Díaz), Omara (Portuondo), Elena Burque,
César Portillo, etc. Más recientemente, de los años noventa
para acá, no dejo de ir a la meca del jazz cubano: la internacionalmente famosa
‘La Zorra y el Cuervo’(12), donde he tenido la oportunidad de conocer músicos de
gran calibre como Chucho Valdés, Gonzalito
Ruvalcaba, Boby Carcasés, Roberto
Carcasés, Roberto Fonseca, Rolando Luna,
Orlando Sánchez, Javier Zalba, Yazek Manzano,
Ernesto Vega, Alejandro Vargas, etc. Cuba hoy debe ser
el país donde el jazz es más tocado, desarrollado y cultivado.
Con el son tradicional, me vienen al recuerdo
los viajes a Santiago, ciudad tremendamente musical, donde se respira son,
bolero y vieja trova. Compay Segundo, Eliades Ochoa,
el Trío
Matamoros, el Septeto Santiaguero, y los viejos soneros son mis preferidos.
Y no puedo dejar de referirme a la Nueva Trova
cubana, que al son de las voces de Pablo
(Milanés), Silvio
(Rodríguez), Noel (Nicola), (Vicente) Feliú,
Augusto
Blanca, Sara (González), Amaury
(Pérez Vidal), me arroparon en mis tiempos universitarios, y me hicieron cree en
la Humanidad.
Lucio Lisboa, ese brasileño tremendamente cubano, regresará a Cuba a finales de
este 2013 recién comenzado. Vendrá por decimocuarta ocasión, ahora como parte de
un proyecto de intercambio cultural, “Artes y Oficios” (Artes e Ofícios) de los
artistas plásticos brasileños Eloísa Marques y Pedro Cury, que será acogido por la Casa de
África y otras instituciones capitalinas, y con él, su exposición fotográfica
“Rostros y máscaras”, para que podamos apreciar no solo su arte, sino para que nos
reconozcamos también en ella. Mientras, continuará, incansable y renovador, su quehacer
solidario, su intensa entrega, convertida para quienes lo conocemos en sus dos patrias,
en una leyenda de permanencia y solidaridad.
(1) Catira es una danza folklórica brasileña, donde el ritmo musical es
marcado por el batir de pies y manos de los bailarines. Sus coreografías son ejecutadas
la mayoría de las veces por hombres, cuya cifra puede variar entre seis y diez integrantes.
Es una danza típica del interior de Brasil. (Datos tomados de Wikipédia, a enciclopédia
livre)
(2) Danza popular dramática brasileña de origen africano.
(3) Danza folklórica de Sao Paulo, Minas Gerais, Goiás, Rio de Janeiro y
Rio Grande do Sul, que se desarrolla durante las fiestas religiosas de El Divino,
Fiesta de Reyes, etc. Consiste en una procesión por las calles bailando y cantando
con instrumentos de percusión, cuerdas y campanillas atadas a los tobillos. (Datos
tomados de Wikipédia, a enciclopédia livre)
(4) Es un festejo de origen portugués ligado a las celebraciones del culto
católico de la Navidad, que aún se mantiene vivo en el folclore de muchas regiones
de Brasil. Tiene un carácter profano-religioso. (Datos tomados de Wikipédia, a enciclopédia
livre)
(5) Es una celebración del Espíritu Santo, de origen portugués, llegado
a Brasil en las primeras décadas de la colonización. Actualmente la fiesta del Divino,
como se le conoce, se puede encontrar en prácticamente todas las regiones del país,
aunque sus características varían de acuerdo a cada región. (Datos tomados de Wikipédia,
a enciclopédia livre)
(6) La ‘rueda de guitarreros’ (roda de violeiros) se desarrolla con la guitarra
campesina brasileña (viola caipira), un instrumento de cinco órdenes de cuerdas
metálicas, llevado a Brasil por los portugueses en la etapa colonial – siglos XVI-XVII.
La ‘viola caipira’ marca el contrapunto, el ritmo y un poco de armonía, y se hace
acompañar también por la guitarra tradicional. Fue incorporada a la música “guajira”
brasileña, y no hay fiesta rural en Brasil sin su presencia. En una ‘rueda de guitarreros’
(roda de violeiros), la ‘viola caipira’ es la soberana y no puede ser sustituida
por la guitarra clásica. (Datos aportados por el entrevistado)
(7) Es una variante musical más tradicional del samba, originaria del estado
brasileño de Bahía, probablemente en el siglo XIX. (Datos tomados de Wikipédia,
a enciclopédia livre)
(8) Danza afrobrasileña surgida a mediados del siglo XIX. Llegada a Brasil
con los esclavos, era practicada en los quilombos. (Datos tomados de Wikipédia,
a enciclopédia livre)
(9) La Marcha de Carnaval, conocida también como “marchinha”, es un género
de la música popular que predominó en los carnavales brasileños hasta los años sesenta
del siglo XX. (Datos tomados de Wikipédia, a enciclopédia livre)
(10) Pierre Bourdieu (1930 –2002) reconocido sociólogo francés, con amplias
influencias en las ciencias humanas y sociales contemporáneas.
(11) Antiguo bastión habanero del filin situado en el Hotel St. John’s,
en el Vedado.
(12) Club habanero de jazz.
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